LA PÍLDORA AZUL


Me confieso un apasionado de la ciencia ficción, pero no hace falta ver Matrix para darse cuenta de que ya vivimos en un mundo distópico. Con todo, voy optar por la píldora roja aunque me lleve a abrazar la incómoda realidad. Lo prefiero a tomarme la azul y seguir viviendo en la dichosa ignorancia. Aunque bien pensado, tiene sus ventajas, qué duda cabe. Tomarse la píldora azul conlleva vivir ajeno a los problemas, te permite relajarte, sonreír cada mañana, saludar el nuevo día con esperanza. No hay nada mejor que vivir confiado. ¡Qué descanso, por Dios! Si crees a pies juntillas cuanto te dicen, tú píldora es la azul; a no dudarlo. Te ahorrarás muchos disgustos. Para qué levantar el tapete y descubrir la mugre oculta bajo él. ¡Déjalo estar hombre! son ganas de angustiarse por nada. ¿Además, quién te ha pedido que pienses, que tengas ideas? Tú haz como con los prospectos médicos; ignóralo todo y deja esas cosas en manos de quienes saben lo que hay que hacer. Y confía hombre, porque cuanto hacen, lo hacen por tu bien.

Tomarse la píldora roja implica meterse en líos. Te va a hacer dudar de todo y acabarás convirtiéndote en un absoluto escéptico como yo. Peor aún, por mucho que te esmeres, nadie te va a comprender. Los que consumen la píldora azul desde siempre, no entienden a los que tomamos la roja. Para ellos somos como de otro mundo; unos marcianos. Hablamos de utopías y quimeras. Soñamos despiertos. Somos dados a la fábula, a la invención y eso no es práctico. No señor, no lo es. ¿Además, a quién le importa cuán profunda es la madriguera del conejo? Mejor hazme caso. Tómate la píldora azul y sé como ellos, y serás más feliz.