EL TRANSHUMANISMO, EL FUTURO QUE VIENE

El transhumanismo es un movimiento que aglutina propuestas filosóficas, científicas, literarias, etc., que pretende transformar la condición humana recurriendo a medios científicos con el objeto de mejorar ésta. Se trata, en definitiva, de cambiar la naturaleza humana sustancialmente por algo nuevo y diferente. Se plantea como el tránsito hacia una nueva especie posthumana. Esto que parece de película de ciencia ficción, no lo es. De hecho está sucediendo ya hoy. Los implantes en el cuerpo humano (implantes dentales, audífonos, piernas artificiales, implantes oculares) son una realidad y suponen un logro sobre las limitaciones fisiológicas que permite que el disminuido pueda llevar una vida ordinaria. Pero el transhumanismo va mucho más allá y cree que es posible un "ser cíborg". Se trataría de seres en tránsito hacia una especie nueva. Es decir, una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos, un hecho con implicaciones sociales que sencillamente son apabullantes.

Ha surgido un nuevo tipo de tecnología denominada NBIC. Las nanotecnologías, las ciencias cognitivas, la inteligencia artificial, la robótica, etc., todas ellas son tecnologías encaminadas a la hibridación del hombre-máquina. Toda esta tecnología puede diseñar el futuro y dirigir la evolución de la especie humana en otra cosa. Tradicionalmente se entendía que los seres humanos evolucionamos adaptando nuestro entorno a nuestras necesidades. Hoy se produce un salto abismal evolutivo y se habla por vez primera de una creación nueva de individuo, de adaptar nuestro cuerpo para crear una nueva realidad mediante la fusión de los seres humanos y las máquinas o, alojando nuestras mentes, propiamente dichas, en las máquinas (Julian Huxley).

A los transhumanistas les mueve un impulso prometéico de intentar satisfacer las aspiraciones humanas para evitar el dolor, el cansancio, la vejez y hasta la muerte. El deseo es mejorar la capacidad humana. Y la transformación biológica por medio de la manipulación de los genes va en ese sentido. Hoy es posible evitar ciertas enfermedades retocando genéticamente el ADN (véase la película de 1997 Gattaca). Lo que nos conduciría irremediablemente a la superación de muchas enfermedades hereditarias. ¿Quién no querría evitar a un igual el padecimiento de una enfermedad crónica o altamente dolorosa? A partir de ahora es posible. Como lo será en el futuro, burlar el destino, e incluso a la propia muerte mediante la criogénesis.

Se habla ya abiertamente de trasplantes de cerebro para aquellos pacientes que deseen alargar su vida o salvarse de una muerte segura. La implantación del cerebro en un cuerpo ajeno o más aún, insertar el cerebro en un ordenador para que viva para siempre. Las posibilidades científicas son casi infinitas, pero no son menos las implicaciones éticas. Bajo una concepción liberal, no objetaría yo nada; cualquiera es libre de transformar su cuerpo como quiera, siempre que sus actos no supongan un agravio para terceros. Si es así, cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que estime oportuno. El problema es la ambición desmesurada. Se supone que los mortales debemos ceñirnos a lo que nos depara el destino. La tradición mitológica está llena de referencias del castigo de los dioses cuando el hombre osa ser uno de ellos: Prometeo, Ícaro, la torre de Babel, etc. Todas ellas son fábulas donde el hombre es castigado por su soberbia. ¿Deberíamos entender el transhumanismo como tal?

Éticamente merece la pena estudiar hasta dónde estas aportaciones son importantes para la humanidad y hasta dónde suponen una transgresión del género humano. ¿Se puede privar a alguien de la oportunidad de superar una enfermedad o un impedimento físico sólo y porque lo diga el juramento hipocrático? ¿Qué clase de humanidad seríamos si así lo hiciéramos? Lo llamativo es que son grandes empresas las que están poniendo muchísimo dinero en este tipo de investigación que ralla, si es que no lo traspasa ya, la ética científica más heterodoxa. ¿Con qué interés se están llevando a cabo estos estudios, militares o humanitarios? Porque se investiga en el logro de un supersoldado; resistente al dolor, a la necesidad de dormir o comer, exento de emociones y eficaz en la guerra. Un cíborg al estilo de los Nexus-6 de Blade Runner. Algo así cambiaría el concepto de la guerra y por supuesto, a la humanidad.

Nick Bostrom advierte sobre los riesgos de las "superinteligencias". Cuando existan inteligencias superiores a la humana, con capacidad de reflexión y de autoconciencia, algo que sucederá antes que tarde, la humanidad atravesará un portal absolutamente desconocido. Algunos auguran que podría tratarse del final de la raza humana porque es un hecho que los humanos estamos limitados por una evolución biológica lenta en contraposición a las máquinas que se pueden actualizar en un abrir y cerrar de ojos.  Y los humanos, no podrán competir contra algo tan sofisticado. El peligro es que el ser humano pueda verse superado por esta superinteligencia. ¿Podría el ser humano constituir un estorbo para ella? Quizá, y a lo mejor seríamos esclavizados o peor aún, exterminados. Quién sabe. Pero también pudiera suceder que su "superior" inteligencia albergara las soluciones a los problemas humanos como la pobreza, la contaminación, la masificación de las ciudades. Pero de lo que no cabe duda es, que serían las máquinas las que dirigirían nuestro futuro en una especie de "totalitarismo cibernético"; porque el ser humano es renuente por "naturaleza" a cambiar y toda máquina que buscase la "perfección", actuaría sin contemplaciones ante cualquier contratiempo que impidiese el progreso y un ser humano más o menos, no sería un problema para una máquina sin conciencia, en un mundo atestado de seres imperfectos y con grandes taras. Aunque también puede, que una inteligencia superior fuera, precisamente por serlo, "comprensiva" con los seres inferiores y los acompañase en su tránsito hasta una comprensión general.

De modo que, cómo introducir valores humanos a las máquinas para evitar posibles efectos perversos. Cómo evitar un  HAL 9000 psicótico como aparece en la archiconocida película 2001: una odisea Espacial escrita por Arthur C. Clarke en 1968 o Skynet en la película Terminator, protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Sospecho que a la vista de sendas películas, tal ética habría, primero, que inoculársela a los científicos encargados del proyecto. Aunque mucho me temo que "la ética" no es un factor a tener en cuenta para la Seguridad Nacional de ninguna nación. No en vano y en todos los laboratorios de clase 4, se experimenta o se guarda una muestra del virus de la viruela. Toda potencia, si admitiese que la posee, aún en contra de los acuerdos de la ONU, lo justificaría en la creencia de que se trata de una arma disuasoria ante el ataque de un hipotético enemigo; aún a riesgo de infectar a toda la población mundial, ¿le suena?

Existen decenas de películas de ciencia ficción donde se recrea el transhumanismo (Elysium, Alita, Lucy, Robocop, Avatar, Código fuente, Matrix, etc),  y en todas ellas se nos plantea el transhumanismo como una forma de ayuda a la humanidad o todo lo contrario, pero en cualquier caso como algo inevitable. Es una "singularidad" que las superinteligencias podrán sustituir al hombre. En algún momento, aunque no antes de cincuenta años, probablemente los hombres dejarán el soporte biológico de sus cuerpos y pasarán sus mentes a las máquinas con un sustrato de silicio. Es un hecho que el hombre no puede entenderse sin su cuerpo ni el entorno material que le rodea. Por tanto, nos encontraríamos ante un concepto de ser humano nuevo, distinto. Uno que no requiere del envoltorio biológico que nos caracteriza y que le basta para sobrevivir de uno cibernético. Un paradigma que modificará para siempre la ética, la filosofía y hasta el Derecho. Puede resultar aberrante, ¿pero se puede prohibir a alguien vivir inmerso en un sustrato de silicio si lo desea? Y si esto nos evitara estar en coma o sufriendo largamente, cómo negarse.

Los transhumanistas dicen que hay un deber moral en alcanzar el posthumanismo porque el ser humano es un ser "imperfecto". ¿Sería una mente encerrada en un mundo de silicio, una mente espiritual? ¿Sería una mente equilibrada o por el contrario sufriría algún tipo de patología? ¿Es un cíborg un ser con alma? ¿Es un hijo de Dios? ¿Gozaría de los mismos derechos que los demás seres? La inteligencia "especial" de las máquinas es mucho más rápida que la humana, pero la inteligencia "general", que es la puramente humana, es capaz del sentido común, de la tolerancia, del amor. De hecho, las emociones permiten el cálculo ético de las situaciones mientras que el frío cálculo matemático despreciaría este tipo de condicionantes. Se dice que las particularidades de la inteligencia general humana se produce precisamente porque vivimos en un cuerpo biológico, porque estamos afectados de enfermedades y morimos. ¿Un ser carente de cuerpo, gozaría de los mismo principios que los humanos? ¿Sería capaz de la compasión, del amor?

No cabe duda de que, en cualquier caso, el futuro será apasionante. Para bien o para mal, viviremos los próximos años sujetos a grandes cambios. Convivimos ya con allegados con prótesis como marcapasos, brazos artificiales, e incluso trasplantados de órganos creados en un laboratorio a partir de las células madres del propio huésped. Quizá una extremidad artificial no nos suponga mayor problema ético, pero sí la creación de un hijo "a la carta" o un ser absolutamente "no nacido" de vientre humano sino de un útero virtual. Sin duda, los años venideros seremos testigos de cambios mucho más profundos que los vistos hasta ahora en toda la historia de la humanidad y que pondrán en jaque nuestra concepción de lo que solía ser un ser humano.