EL ABORTO, CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

 


Nacer es la única cosa que no podemos decidir, de ahí que debamos consagrar el derecho a la vida como un valor universal. Los “nonatos”, como los menores también, no pueden ejercer sus derechos hasta la mayoría de edad, ¿quiere decir esto que carecen de ellos? En absoluto. ¿Entonces, por qué se les priva con el aborto?

Si la vida es el bien más preciado, no puede una motivación ideológica negar ésta. No puede la madre, en relación con el feto, decidir si el nonato tiene derecho o no a la vida. Que el embrión no sea un ser humano totalmente formado, no significa que no lo sea. Y mucho menos que se le pueda privar de sus derechos. Máxime, cuando se trata de un ser indefenso que no puede reivindicar éstos para sí. El derecho del nonato no se aplaza, ni se suspende, ni se interrumpe; “la interrupción voluntaria del embarazo” es un eufemismo para evitar llamar a las cosas por su nombre y es, homicidio; como si se pudiera reanudar la vida una vez “cercenada”. Menuda ironía. Y por supuesto, de ninguna manera puede verse al embrión como un parásito o como un elemento extraño alojado en el vientre de la madre. Esto es una aberración contra natura.

A mi manera de ver, sólo podría llegarse a la interrupción del embarazo en determinadas circunstancias: 

1) Cuando estuviera en peligro la vida de la madre. 

2) Cuando lo estuviera la del feto como consecuencia de una malformación o enfermedad grave que hiciera inviable la vida.

3) O cuando el embarazo fuera producto de una violación que hiciera imposible la continuidad del mismo por razones psicológicas. Pero en ningún caso, cuando el motivo sea el factor económico, puesto que hoy existen anticonceptivos baratos y de fácil accesibilidad.

El derecho de la mujer a decidir en lo relativo a su cuerpo, algo que yo apoyaría en otras circunstancias porque el cuerpo sólo pertenece a su usuario y a nadie más, no es admisible en este caso puesto que de lo que hablamos es de la conculcación del derecho a la vida de otro ser. Recordemos que el mismo no viene al mundo por su voluntad sino que lo hace por el deseo de otros al que después renuncian. Tal decisión, siendo soberana, quebranta el derecho de todo ser a la vida. El nonato no es un grano alojado en el semblante de la madre que pueda ser extirpado, sino que viene tras una acción.

No concibo, por tanto, el llamado "aborto libre" porque aún siendo amante de la libertad, el deseo de la madre a abortar se contrapone con el derecho a la vida de un ser humano; no tiene sentido el aborto libre existiendo anticonceptivos. Todo Estado que promoviera tal, sería cómplice de homicidio porque la voluntad de la madre no puede estar por encima del derecho a la vida de otro ser.

En cuanto a “la ley de plazos“, considerar que un ser humano no lo es sólo y porque aún no está formado del todo, es una ridiculez. Es como considerar que un estudiante de medicina no tiene derecho a acabar la carrera únicamente y porque se encuentre en su primer año de facultad. Privándosele de esta posibilidad, el estudiante nunca será médico. Sin embargo, un estudiante en primer año de carrera es un médico en potencia, al igual que el no nacido es un ser humano potencial. 

Como yo lo veo, los tres valores más importantes del individuo son: la vida, la libertad y la propiedad. El bien más preciado es la vida indudablemente. Nadie tiene derecho a privar a un ser humano, aún en formación, de este bien primario y universal. La libertad supone la capacidad de "elegir" sin coacción por parte del Estado o de la sociedad. Nadie tiene derecho a inmiscuirse en la vida ajena y aún menos, a dirigirla. Como dijo Sartre: "mi libertad termina donde comienza la de los demás". La propiedad, finalmente, viene indicada por los bienes materiales del individuo, pero sobre todo, por el bien material más valioso, su propio cuerpo. No en vano, el cuerpo es la primera morada del ser humano. Qué queremos decir con todo esto. Que bajo una concepción liberal, cercenar una vida es inhumano. 

Al nonato se le priva del principal derecho de todos y además, se hace en la mayor de las indefensiones. Seguidamente, se le despoja de su libertad, de su capacidad de decisión futura que es lo que nos convierte en seres libres. A los niños se les tutela hasta la mayoría de edad, pero no por ello se les priva de sus derechos, por qué sí a un nonato. Y tercero, de su propiedad, su cuerpo. Nadie tiene derecho a despojarle a otro de lo que sólo a él pertenece. ¿O sólo existimos una vez que nacemos?

El desarrollo humano no cesa desde que el embrión es concebido. Ni siquiera una vez que el ser humano ha venido al mundo deja de sufrir innumerables cambios biológicos a lo largo de su vida y hasta el día de su muerte. ¿Entonces, cómo se puede pensar que no hay humanidad en un feto que sufre numerosas transformaciones conducentes a la figuración de un ser? Peor aún, ¿cómo se puede pensar que no hay vida en un embrión? No se trata de ser o no "pro-vida", sino de la privación injusta de derechos a un ser viviente. 

Un menor no podrá votar hasta que cumpla los 18 años, pero eso no significa que se les congele sus derechos hasta entonces. Abortando, la madre sin embargo, colisiona con el derecho del niño por nacer. El derecho a elegir de la madre no puede estar por encima del derecho a la vida. Quizá no pueda el feto verbalizar su decisión de vivir, pero sí lo hace biológicamente cuando madura en el vientre materno.