LA TEORÍA DEL AMOR


"Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno". O también, "sentimiento de intensa atracción emocional y sexual hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común”. Así se expresa la RAE a propósito del amor. Pero la definición que proporciona la Academia es insuficiente a todas luces. Los griegos que eran mucho más perspicaces que los romanos, advirtieron casi de inmediato que el amor era diverso y por tanto, que requería de una clasificación mucho más precisa según el tipo de amor. ¿Porque, a qué nos referimos cuando hablamos de amor?

El término para un amor incondicional es Agape en griego, donde el amante tiene en cuenta sólo el bien del ser amado. Muchos autores clásicos se refirieron a él como lo opuesto al amor pasional. Es por tanto éste, un amor universal; el amor a la verdad y a la humanidad. Es el afecto que se profesan los esposos y la familia, y el que siente vocación por una actividad.

En contraposición a Ágape, nos encontramos con Philos que es la amistad, la hermandad. La philia ha sido también definida como la intención de promover el bien común cuando se trabaja en colaboración con otros. Así, se acepta comúnmente tres tipos de philias: el amor por lo que es útil, el amor de lo que es placentero y el amor de lo que es bueno. La filosofía es el amor por el conocimiento. Al igual que filántropo es aquel que procura el bien a las personas de un modo desinteresado.

Eros, sin embargo, es el amor sexual y erótico. Es más efímero que los anteriores aunque también más intenso y a menudo poco meditado. Tampoco lo pretende. Es el amor romántico o pasional.

Ludus es un tipo de amor que busca la aventura, la diversión, pero que evita el compromiso.

Storge, es un amor amistoso, leal, comprometido, donde la relación sexual pasa a un segundo plano.

Pragma busca un interés en común; los mismos gustos, la misma clase social. Es un amor comunal.

Lo habitual es que en las relaciones amorosas se experimenten diferentes tipos de amores a lo largo del tiempo, y que las personas vivan uno o varios a la vez. Cuando alguien dice sentir amor por una persona, por un animal o por una cosa, habría que preguntarle a qué tipo de amor se está refiriendo porque la confusión puede, y a menudo lo hace, desconcertar a la persona amada o al entorno. Bastaría con confesar lo que sentimos, pero incluso así, nos encontraríamos con la dificultad de no saber expresar lo que percibimos, de ahí que los griegos se esmerasen en definir el amor.

A esta relación clásica del amor, conocida desde antiguo, habría que añadirle algunas otras definiciones surgidas de la sociología y la psiquiatría moderna. Así está el amor sociable, que es aquel donde la pasión se ha esfumado, pero queda el cariño y el compromiso. No hay muestra sexual. Es el que se aprecia en el trato con los demás, en la familia, en la amistad profunda y verdadera.

En el amor vacío, existe un compromiso, pero la pasión y la intimidad han muerto. No sienten nada el uno por el otro, pero hay una sensación de respeto. Suele ser habitual en los matrimonios por conveniencia o en los de muchos años. A menudo las relaciones comienzan con un "amor vacío" y luego evolucionan hacia otro tipo de amor.

El amor a primera vista, o quizás sería mejor decir, el amor del primer encuentro, donde los sentidos juegan un papel crucial, es un amor sin compromiso y que se produce en cualquier instante, como un chispazo. El desencadenante es el atractivo físico, pero también, las emociones. Puede producirse al oír una voz agradable, la belleza de un semblante hermoso, la elegancia de un cuerpo en movimiento. El tacto. Pero también, el agradable sabor de un buen plato de comida, una melodía hermosa, el hechizo de unos versos que nos conmueva. Un paseo por una ciudad desconocida.

A propósito del amor por el arte, éste puede ser tan intenso como el erótico y conducir también a la enfermedad. Stendhal lo explica así tras visitar Roma, Nápoles y Florencia: "había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las bellas artes, y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo de caerme". Es lo que  se conoce como "el síndrome de Stendhal" y que está relacionado con la exultante belleza arquitectónica. Se trata de una enfermedad psicosomática que causa elevación del ritmo cardiaco, vértigo o incluso alucinaciones.

Finalmente, hallamos el amor místico. Es el amor a lo sobrenatural y que ha sido una constante en la literatura. En este tipo de amor se ama lo sensible con características inasibles, abstractas o trascendentales del ser divino. Se manifiesta el deseo de trascender la vida para alcanzar a Dios. Es el amor de los monjes, de los religiosos "verdaderos", el de los creyentes devotos. El de los que creen en una fuerza que supera al ser humano y que lo condiciona, aún sin su aquiescencia.

Por supuesto, existen también los amores patológicos, pero éstos serán objeto de otro análisis. Para acabar sólo diré que el amor es la fuerza más importante de la naturaleza. Por amor cuidamos de nuestros seres queridos y somos capaces de la compasión. Una madre da la vida por su hijo por amor, y por amor nos entregamos en cuerpo y alma a nuestra pareja. Por amor lo abandonamos todo y cruzamos el mundo. El amor a veces es claro como una mañana de primavera y en otras ocasiones, confuso y esquivo, pero persistimos en él porque es el impulso que nos hace vibrar y sentirnos vivos. El amor es el motor de la vida y del arte. Los animales aman, las flores nos enamoran, los montes nos deslumbran y hasta una ecuación de segundo grado destila amor cuando descubrimos la sutil armonía en los números. Así que se puede concluir que el amor está presente en todos los sitios y que todo es amor.