EL CAMBIO DE HORA COMO EXCUSA

 

A lo largo y ancho del planeta se efectúan estos días los acostumbrados cambios de hora, con la excusa de los beneficios económicos, pero actualmente no está muy claro si eso es así, al menos en el caso de España. Por no hablar de que no todos los países del mundo se han adherido al denominado Daylight Saving Time (DST). Porque aunque es tradición en Europa hacerlo cada primavera y otoño, Bielorrusia y la parte europea de Rusia, por ejemplo, no lo ejecutan. Y el resto de países del mundo se han acogido al cambio horario sólo en algún momento de su historia. Japón, de hecho, es el único país industrializado que no ha tenido en cuenta el cambio horario nunca. 

Así, muchos expertos aseguran que la hora que nos rige no es la recomendada para nuestro país sino el huso horario de las islas Canarias, Portugal y Reino Unido. Fue Franco quien instauró, por mandato oficial en el año 1940, una hora más para adecuarse al Eje alemán durante la Segunda Guerra Mundial y ya después, no se cambió al huso normal.

Pero qué significa que el sol salga una hora antes por las mañanas para la economía. Y la respuesta rápida es que éste se retira también una hora antes por la tarde, transfigurándose el gasto, no en las industrias y oficinas a las que se accede temprano y que podría ahorrarse quizás algo de energía, como veremos más adelante, sino en los ciudadanos que deberán encender la luz y la calefacción de sus hogares cuando lleguen a casa ya anochecido, y que son en última instancia, los "paganinis" de este absurdo.

A nivel social tampoco supone ningún ahorro. Que amanezca una hora antes no significa que los trabajadores entren una hora antes a trabajar. Por no hablar que tanto en industrias y oficinas, las luces y los aparatos permanecen encendidos haya sol o no, sea verano o invierno.

El IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía) cifra en un 5% el ahorro que actualmente se consigue con el cambio horario, por lo que, ¿es realmente productivo ese cambio de hora? Además, no son pocos los expertos que han advertido de que la alteración de los husos horarios conlleva efectos perjudiciales para la salud (claro que la salud importa en la medida en que importa políticamente). Sin embargo, dicha alteración produce dificultad para conciliar el sueño, cambio de humor, ansiedad, modificación de nuestro reloj biológico, etc. Quebrantos que se justifican como "incomodidades pasajeras", en un intento por minimizar sus consecuencias, pero que no deberían de producirse siquiera, puesto que tampoco supone, el cambio de hora, un ahorro sustantivo.

No faltan quienes en horario de máxima audiencia sonríen a la pantalla y celebran cínicamente que con el próximo retraso de los relojes podremos dormir una hora más. ¿De veras, una hora más? ¿Sonreirán también la próxima primavera cuando nos digan que dormiremos una hora menos?