ELUSIÓN FISCAL


Este artículo responde a la polémica suscitada meses atrás por la decisión de algunos youtubers de marcharse del país para evitar pagar más impuestos; algo que me parece del todo legítimo y de lo más coherente, y me explico: cuando un país "saquea" los bolsillos de sus ciudadanos, a éstos no les queda muchas alternativas. Los impuestos así se convierten en un "abuso" y no son, como arguyen algunos, "un mal necesario". Quienes quisieron y pudieron poner fin a este robo (creo que ya podemos calificarlo así), disponían de dos opciones: la evasión o la elusión fiscal. Porque una cosa en la evasión fiscal que sí es un delito, y otra muy distinta es la elusión fiscal que es totalmente legal, y que permite trabajar en otro país más "comprensivo" con tu bolsillo.

Hay que aclarar que los españoles, entre impuestos directos e indirectos, contribuimos con el 60% de nuestras rentas al patrimonio público. A algunos les parecerá insuficiente, a mí un robo. La conclusión ética del asunto no es si el ladrón que te asalta en el camino se apiada de ti y solo se hace con el 60% del botín, permitiendo que te marches con el resto, hasta el próximo año en que volverá a robarte, sino que, aunque sustrajera una ínfima parte, pongamos un 2%, no dejaría de ser un robo porque te quita lo que es tuyo por derecho propio. Así, muchos de los contribuyentes sufren del síndrome de Estocolmo cuando sienten afinidad con su captor, el Estado, y les sobreviene una incomprensible y patológica estima por éste que no se merece.

Para evitar estos desmanes y puesto que entiendo, a mi pesar, que hay que sufragar cierta obra pública, pienso que habría que fijar un tope legal por el cual el Estado, y bajo ningún concepto, pueda meter sus manazas en mi bolsillo. Dicho límite debería comprender el esfuerzo fiscal. Un tope que refleje exactamente la carestía de la vida y el esfuerzo descomunal que realiza el ciudadano medio para salir adelante. Piénsese que los impuestos criminalizan los ahorros por un lado, y por otro, la inversión y el consumo. Piénsese por tanto que cuanto menos dinero tenga un ciudadano en su bolsillo, menos consumo hará y en consecuencia, menos riqueza nacional se producirá. 

De este modo, la elusión fiscal es la única salida digna para cualquier persona que tenga en estima los ahorros de toda una vida. Porque si de lo que se trata es de patriotismo, de fidelidad al país que te vio nacer (que no deja de ser un hecho circunstancial), mayor lealtad debería guardar el mismo para con sus hijos, a los que devora como Saturno a su prole. La lástima es que no todo el mundo está en condiciones de emigrar para dejar atrás al monstruo que nos acosa. No todo el mundo puede hacer el petate y marcharse. Y sólo los muy valientes o los muy desesperados, hacen lo que los demás no se atreven y desearían. 

Emigrar supone dejar atrás la familia y los recuerdos. Y es un hecho tremendamente traumático como para que los frívolos digan que quien se va, lo hace por egoísmo. No señores. No es plato de gusto para nadie marcharse y si se hace, es por evitar las dentelladas de ese animal rabioso que es el Estado. 

El problema de los impuestos elevados no es que lo sean sino que obliga a los ciudadanos a apretarse el cinturón o a marcharse. Pero es que ni la inversión extranjera ni la nacional desea venir a un país donde hacienda se lleva tres de cada cinco euros. Los habrá muy idiotas que digan: "pues que no vengan". Pero a falta de un plan mejor y a menos que queramos vivir en una autarquía soviética, el dinero venido de afuera es lo que proporciona prosperidad. Y sólo ésta evitará, precisamente, la elusión fiscal.