QUE LA FUERZA TE ACOMPAÑE

 


Hablar de Star Wars a estas alturas es una veleidad por mi parte. Qué podría aportar yo que no se haya dicho ya. Seguramente nada y sin embargo, afronto el desafío con ánimo renovado porque me confieso de esos apasionados que con cada visualización creen advertir algo nuevo; como si el director hubiera dejado un mensaje oculto "para los que entiendan" (Marcos 4:12). Y yo, humildemente, me considero parte de ese selecto grupo de adeptos de la Hermandad galáctica.


La saga conjuga dos cosas realmente apasionantes, a mi modo de ver: la ciencia ficción y la filosofía. Y en Star Wars no se sabe bien dónde empieza la una y dónde acaba la otra, porque ambas están fuertemente ligadas hasta tal punto de que ambas forman una pieza compacta. George Lucas muestra el pensamiento clásico sin abandonar el film de aventuras. Son pequeñas pinceladas aquí y allá, pero sin darnos cuenta, estamos hablando el lenguaje de Marco Aurelio o de Lao Tse. Esto sucede, la mayor parte de las veces, de la mano de los maestros Jedi, donde resulta evidente el verbo filosófico, pero  también en el resto de personajes donde lo hace, con la introducción de dilemas éticos tan antiguos como la propia humanidad.


La mística de "la fuerza", es el argumento fundamental de la obra. De hecho se podría decir que es el único argumento y el "pegamento" que une a toda la obra y toda la saga. La fuerza, la energía sutil primaria, como se describe en la película, es el éter griego o el Qi taoísta. Es el flujo vital eterno del que se impregnan todas las creencias y filosofías clásicas. Así que, sin tan siquiera imaginarlo, la espiritualidad es la piedra angular de Star Wars. De hecho, "la fuerza" es el motivo principal de la obra como lo era para los presocráticos griegos y para los taoístas chinos del siglo VI a.c. la vida. No existe otro motivo por el que merezca la pena vivir. El Tao (el camino), es un campo de energía metafísico omnipresente (Tao the King). Para los presocráticos, el Cosmos y lo divino constituye una misma cosa eterna e inmanente que Heráclito denomina "Logos".


La ficción en Star Wars hace que "la fuerza" sea una cosa novedosa, pero no lo es en absoluto. El film permite desarrollar una historia de aventuras al uso, pero el trasfondo es el "primum movens" o la causa primera" de Aristóteles y de tantos otros. Tanto es así que el éxito de la película se explica, precisamente y en gran medida, por la ausencia de un asiento espiritual en la sociedad occidental de los setenta que les hace ver estas cosas como nuevas, cuando desde luego no lo son. Yoda, un ser pequeño e indefenso, representa precisamente la capacidad de la fe en "la fuerza", en lo intangible, en lo increíble y no necesariamente en un Dios personalista y definido.


Obi-wan Kenobi, interpretado por Alec Guiness, es el maestro Jedi por excelencia; misterioso, profundo, de impronta austera que recuerda vivamente a los cenobitas cristianos de los primeros tiempos. Estos huían entonces de los núcleos urbanos para preservar justamente su fe en la soledad de los desiertos. Como ellos, Obi-Wan también se ha exiliado y habita una pequeña cueva en medio del desierto, viste un hábito de monje y recorre los caminos de las dunas del planeta desértico de Tatooine. Las similitudes entre unos y otros no son gratuitas. George Lucas, como otras figuras destacadas de su generación, es un entusiasta del budismo Zen y para la película no tuvo reparos en adoptar algunos principios religiosos que dieran consistencia a la obra. Así, Star Wars se convierte es un tratado filosófico incomparable.


Si la espiritualidad y la filosofía resultan capitales en el film, como veremos más adelante, la banda sonora no es menor porque es el cauce por el que el director nos conduce. No en vano, la partitura de John Williams fue uno de los aspectos más destacados de la película desde el primer instante en que se proyectó. Así, la Suite de Star Wars posee ese aire heroico y triunfal de las Valkirias de Wagner, que nos hace rebullirnos en el asiento porque intuimos que estamos ante algo inmenso. Pero no es de música de lo que vengo a hablarles, sino del mensaje escondido en la botella que contiene la saga. 


Fue Homero quien diseñó las líneas maestras del relato épico por excelencia con la Iliada. Después de aquel logro magistral, el resto de obras de aventuras no hacen sino copiar la fórmula, y Star Wars no es una excepción. La obra contiene todo lo que un relato épico precisa: valor, honor, compañerismo, justicia, batallas, amor, y lo que es más importante, la eterna lucha del bien contra el mal, que es lo que define la narrativa y donde entronca con la filosofía.


La epopeya clásica pretendía educar a la sociedad en valores, lo mismo que los libros de caballería del medievo y los relatos de aventuras de nuestros días. Se trata de un esquema que se repite incansablemente a lo largo de los siglos y que todavía hoy lo vemos en los cómics de Superhéroes, en los Westerns de los años sesenta y en las películas bélicas actuales. Se pretende enseñar a una sociedad necesitada siempre de un modelo conductual. Y los mitos y las leyendas, las aventuras de los héroes y de los Dioses, resultan el mejor camino porque nos vemos reflejados en ellos.


La icónica frase: May the Force be with you (que la fuerza te acompañe), es lo más parecido a nuestro "que Dios esté contigo o que Dios te acompañe", ya caído en desuso, pero que entonces resonaba como algo íntimo y verdadero. La frase, por supuesto, guarda el poder de conmover con sólo mentarla. Es el abracadabra de los magos (de los sabios, que es justamente lo que significa), que activa el poder latente en el universo y que es "la fuerza". Es una razón volitiva, que pretende la apariencia de un hechizo porque lo es. Es la fe en algo más grande que nosotros mismos. Algo que nuestro mundo moderno de algoritmos y de inteligencias artificiales no puede comprender porque es, sencillamente, emocional y sensitivo. Y de algo manera, el método científico le resta una mitad al hombre cuando le roba sus emociones. Pero aún hoy, cuando la oímos en labios de personas piadosas, nos conmueve porque intuimos la verdad que alberga.


Aunque la película de 1977 fue un éxito de taquilla, el logro no estuvo en la originalidad de la saga, sino en el modo en que estuvo ambientada. George Lucas, por supuesto, había leído a Joseph Campbell (El poder del mito, El héroe de las mil caras, la máscara de Dios), y sabía exactamente qué hacer para que una obra se convirtiera en un clásico. Y no fue la vistosidad de los droides cromados R2-D2 y C-3PO, ni los recurrentes golpes de humor,  sino por el acierto de introducir, sutilmente, la ética filosófica en la película. Así, la saga está repleta de dilemas morales que nos permiten preguntarnos por hechos que nos acontecen a diario. Ciertamente no cruzamos la galaxia en una nave espacial a la velocidad de la luz, ni tenemos una espada láser en el cinturón para defendernos, pero como ellos, amamos, odiamos y nos entregamos en cuerpo y alma en aquello que creemos justo. Eso es lo que nos acerca a los protagonistas del film y de la Ilíada de Homero, es el nexo de unión entre la filosofía y la saga de aventuras. 


Así, los enemigos son siempre los primeros en disparar y los protagonistas los que se ven forzados a responder para salvar sus vidas. Lucas rescata el viejo dilema de la "legítima defensa" y el principio libertario de "no agresión". Nos apercibe de que la violencia no es pertinente para solucionar las cuestiones y que sólo nos conduce "al lado oscuro de la fuerza", es decir, a la perdición. La violencia, por tanto, debe ser siempre el último recurso para solucionar los problemas. 


Otro de los grandes argumentos inmerso en el film es la necesidad de la política; la palabra y no los hechos consumados, debe presidir las disputas. En innumerables ocasiones, los senadores de la República debaten la necesidad de combatir al enemigo. Nadie impone la obligatoriedad de hacerlo y quien no está de acuerdo, puede marcharse libremente. De nuevo se pretende educar a la sociedad en la palabra y en la no coacción del prójimo. Por contra, el Imperio galáctico es un régimen autoritario que impone el orden mediante la violencia. La jerarquía es marcadamente militar: hay un caudillo que tiene un plan y es, someter a toda la galaxia.


En la "amenaza fantasma”. Lucas nos hace cuestionarnos si el destino rige nuestras vidas o por el contrario, gozamos de libertad para decidir. Es el viejo debate del “libre albedrío”. El determinismo piensa que todos los eventos son el resultado inevitable de causas previas, que todo lo que pasa tiene una razón de ser. Mientras que el libertarismo filosófico mantiene que los individuos gozan de libertad para decidir sobre sus vidas. En "El ataque de los Clones" observamos cómo el miedo es capaz de transformar a toda una nación que antepone la seguridad a la libertad, lo que los convierte de facto en esclavos. En “El imperio Contraataca” nos descubre que existe un lado oscuro dentro de cada uno de nosotros, que "la fuerza" nos acompaña allá donde vamos porque formamos parte de ella y viceversa. Depende de nosotros el rumbo que tome nuestra vida. Para no caer en la "tentación", es decir, en el "lado oscuro", basta "la virtud": coraje, templanza, sabiduría y Justicia. En el episodio II se nos plantea la cuestión de si una persona que hubiera hecho el mal puede redimirse por medio del arrepentimiento y el perdón. Fue Spinoza quien excluyó el arrepentimiento de la tabla de las virtudes éticas. Mientras que la culpa, nos dice, afecta al individuo más que a la persona. El arrepentimiento, por el contrario, sólo es un sentimiento. 


En “El despertar de la fuerza” se abordan algunas cuestiones a propósito de la familia. Se nos dice que la familia es lo más importante, pero que no la elegimos, ni podemos ser responsables de los actos de otros. En el "Retorno del Jedi" averiguamos que los héroes también cometen errores, pero que precisamente éstos son los que nos hacen sabios.


George Lucas antepone la amistad y la camaradería a cualquier otra cosa, incluso al amor. Han Solo es el arquetipo del egoísta, pero aún a riesgo de su propia vida, decide regresar oportunamente para ayudar a sus amigos en apuros con el Halcón Milenario. Prioriza la amistad por encima de lo material, tal y como afirma Epicuro que debe ser. En la "ética nicomáquea", Aristóteles eleva la amistad a la categoría de virtud y eso hace el personaje.


A lo largo de la saga Lucas responde a la pregunta ética de qué se debe hacer con el poder. Esta pregunta es largamente tratada en el film como también sucede en la República de Platón. Mientras la orden de monjes guerreros, los Jedi, sólo son los custodios de éste, los Sith conforman la antítesis y ansían el poder. Ambos son conscientes de que el control de la fuerza es factible, pero lo que importa es "el cómo" y el "para qué", fundamental para preservar la integridad de los individuos.


En otro orden de cosas, el cineasta nos invita a pensar en el modelo económico de la República en Star Wars, cuando nos presenta a la Federación Galáctica de Comercio: las prósperas rutas comerciales proporcionan estabilidad a todos los mundos, frente a la tiranía del Imperio que pretende subyugarlos. La libertad que perfecciona el "libre comercio" siempre será superior a la tiranía del poder que "planifica" la riqueza (o la pobreza) de la población. En otra escena, Yoda previene a Luke del deseo de aventuras y de cultivar las emociones: “Las emociones, dice, no son propias de un Jedi”, la templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio. Idea que está presente en Marco Aurelio, Séneca o Cicerón; el autocontrol frente a la dictadura de las emociones y de los vicios. En un diálogo entre Skywalker y Yoda, el maestro Jedi le advierte sobre el peligro de subestimar a los demás por su aspecto, por su fragilidad. La apariencia no es relevante, lo es el interior. Y es en el interior donde mora "la fuerza".


El hogar de Yoda es una choza humilde en Dago Bah. Igual que Yoda, Ben Kenobi vive en una cueva en Tatooine, apartado de las miradas de los Sith. George Lucas nos previene contra el lujo y propone, como hacían los clásicos, la modestia como forma de vida. 


El miedo es otra constante en la saga. “El miedo, nos dice Yoda, es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio y el odio conduce al sufrimiento”. La lección a aprender es, que hay que liberarse del miedo, porque el miedo sólo aporta dolor y confusión. Y el miedo se previene con el conocimiento. Por otro lado, el concepto del mal es recurrente. El mal no tiene consistencia por sí mismo, es la mala utilización de la fuerza lo que hace que caigamos en el mal. Está en nuestras manos, de nuevo, tomar partido y actuar virtuosamente. Luke le pregunta a Yoda si el lado oscuro es más fuerte", a lo que éste le responde: "¡No! más fácil, más seductor, pero no mejor". Los caminos fáciles, los atajos, no conducen a la sabiduría. Así, la lucha interior es una constante universal. Para triunfar, se nos dice que antes uno debe triunfar sobre sí mismo. Se trata del famoso aforismo clásico gnóstico seautón (conócete a ti mismo), inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos. Sólo si enfrentamos el desafío de nuestro interior, podremos superar los miedos que nos acucian; libre de ellos, seremos nosotros los verdaderos protagonistas de nuestra existencia.