EL ASUNTO DJOKOVIC

 

El asunto de Novak Djokovic, que ha saltado a la palestra esta semana, es paradigmático porque refleja el absurdo del sistema jurídico de muchos países por caprichoso y arbitrario. ¿En qué evidencia científica se sustenta la norma para detener a una persona que no ha querido ponerse los "pinchazos"? En que es un "antivacunas". ¿Pero está enfermo de Covid y podría diseminar la enfermedad? No, pero no importa; lo encerramos porque lo dice la ley. ¿Pero en qué se basa la ley? ¿Un vacunado puede contraer la enfermedad pese a estar vacunado? Sí, por supuesto; pese a estar vacunado con dos y con tres "banderillas", como le sucedió al propio Nadal, contrincante directo de Djokovic en el Grand Slam de Australia. ¿Y puede por tanto contagiar igualmente? Claro, de hecho lo hace. ¿Entonces, dónde está la diferencia? En que el segundo ha sido obediente con el sistema y se ha vacunado como le han ordenado las autoridades, y que el primero es dueño de su cuerpo y de su vida, y ha optado por no hacerlo. ¿Entonces y desde el punto de vista del Estado, todo se reduce a una cuestión de "acatamiento", pese a que las vacunas no hayan sido todo lo efectivas que prometieron ser? Sí. ¿Y en el caso de Djokovic, de hacer uso de su derecho a no vacunarse, a desconfiar de un medicamento experimental, a recelar de un consentimiento informado que nunca existió, a sospechar de un criterio médico pro farmacéuticas, a maliciarse por un sistema que oculta al público el número significativo de casos adversos como consecuencia de las vacunas (échele un ojo a los datos del VAERS en Estados Unidos), escamarse por el alto número de deportistas de élite que han muerto súbitamente por miocarditis tras inyectarse el fármaco, pese al silencio de los medios que prefieren callar? Pues sí. Se trata, pues, de la perversión de la ley. La utilización maldiciente de la norma para decretar al gusto y con el silencio cómplice de todos.

No creo en los contubernios judeomasónicos, como se refería Franco a las conspiraciones en su contra, pero todo esto no hubiera sido posible sin la estimable colaboración de los medios de comunicación que han sabido inocular el pánico y el terror en la población durante estos dos años de pandemia. Muchos de ellos al servicio del Estado directamente (Presupuestos Generales del Estado), o siendo bien remunerados por medio de cuantiosas subvenciones. Pero también los ha habido que se han subido al carro del "fin del mundo" arrastrados por la ola, ésta sí, de la actualidad Covidiana, trasladando el pánico a la población como el que salpica mierda por todo sitio. De tal modo que cuando todo esto pase, habrán de ser tachados, digo yo, de "colaboracionistas" como se hizo con el gobierno de Vichy que cooperó con los nazis, por un "terror" impuesto a golpe de galerada periodística para instalar "el pensamiento único" en la población. Porque no ha habido información a medias sino directamente, desinformación y el insulto hacia todo aquel que difiere.

Decía Robespierre: "el principio del gobierno republicano es la virtud, pero mientras ésta llega, establezcamos el terror". Y en eso estamos. Se  acogota y somete a la población para domeñarla y que pase por legítima cualquier ocurrencia. Esta pasada semana también Macron, paladín de las causas justas, en una entrevista publicada, ha tenido la desvergüenza de admitir que el pasaporte Covid no tiene otro propósito que "joder" (literalmente) a los no vacunados. Aunque no fue el primero, se le adelantó Von der Leyen, la Presidenta de la Comisión Europea que habló en los mismos términos días antes. Incluso insinuó el primer ministro galo que no hacía falta obligarles a vacunarse, bastaba con restarles la ciudadanía francesa a todo aquel que no quisiera ponerse las banderillas. ¿Es esto democracia? Si lo fuera, si la hubiera, un comentario así de parte de un presidente de gobierno sería suficiente para que dimitiese al instante. Porque, dejémonos de tonterías, "solidario", como arguyen algunos, es hacer un donativo a Cáritas, no ponerse una "banderilla"; porque haciéndolo no evitas que te contagies ni que propagues el Covid, sólo que pases por el aro. ¿Entonces, de qué estamos hablando? En una palabra: de sumisión. La idea es crear un "pensamiento único" y lo están consiguiendo. Aunque ya hay médicos que dicen abiertamente que esto nunca fue una vacuna sino un medicamento inyectable. ¡Qué les parece! Incluso Israel, avanzada en esto de la vacunación como nadie, también se ha desmarcado esta semana, ante el éxito parcial de las vacunas y el efecto Hoskins detectado en las mismas, diciendo que a lo mejor habría que ir pensando en dejar de vacunar. Ver para creer.