LA BOFETADA DE WILL SMITH

 


No soy partidario de la violencia pero una buena bofetada a tiempo obra milagros. Me refiero a lo ocurrido esta pasada entrega de los Óscares donde el presentador, Chris Rock, hizo un chiste a propósito de la alopecia que sufre la mujer de Will Smith. Acto seguido, este se levanta del asiento en el patio de butacas, sube al estrado y le endilga una bofetada al presentador ante la estupefacción de los asistentes a la gala. Y regresa a su sitio lanzando un sinfín improperios. Lo que parecía un montaje, algo preparado, dejó de serlo cuando al recoger la estatuilla al mejor actor protagonista que recayó en él, Smith se excusó ante la academia por el incidente. Pero independientemente de si Chris Rock presenta una demanda por la agresión, que lo fue, no lo fue menos mofarse de su mujer.

En estos tiempos en los que todo el mundo anda con la piel muy fina, atacar la dignidad de las personas puede salir gratis. Así, una bofetada es una señal clara y fidedigna de que hay ciertas cosas que no se pueden admitir, por mucha libertad de expresión que exista. Que se trate de un personaje público no significa que pueda ser objeto de burlas, máxime cuando éstas iban dirigidas a su esposa.

Y es que vivimos una época en que se falta al respeto alegremente. Es el buenismo del todo vale. Lo hacen los políticos que mienten a destajo desde el púlpito. Lo hace el vecino con la música alta. Y si te insultan, debes poner la otra mejilla. Pero hasta el Hijo del Hombre se permitió un arrebato con los mercaderes cuando hicieron del templo un mercadillo, cómo no lo íbamos a hacer nosotros que somos pecadores de origen.

De niño nos decían que pegar no estaba bien, y no lo está. Pero qué debería haber hecho Will Smith, decirle "y tú más" desde la bancada. No digo que con una bofetada se restituya la dignidad mancillada, no sucede así, pero es un aviso para navegantes; el próximo que se le ocurra bromear con la calvicie de su mujer, se lo pensará dos veces.